No apropiarse nunca de una mujer, nunca.
Comparte con ella, disfruta su risa, el placer está en verla feliz, en como disfruta,
en como mira, vive, toca y sueña. En como reparte amor entre la gente, sus amigos, su mundo.
Verla triunfar, crecer; tu único trabajo: estar ahí esperando con los brazos limpios para
envolverla y tener besos frescos y caricias no planeadas, hacer fuego desde tu alma par secar sus
lágrimas y luego dejarla volar, porque cuando se vaya, si lo has hecho bien, volverá.
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